
Sábado 3 de mayo de 2.003, 17:30 horas, en un lugar llamado Alcoy y ubicados en "el Partidor" se aprestan acicalándose unos festers para cumplir con el rito y la tradición. El nerviosismo es palpable, al igual que la ilusión y la excitaciónque lo envuelve todo. Santiago (el primer "tro") supervisa los últimos detalles,intentando ubicar a cada cual en función de su altura. Por la megafonía los responsables de la Asociación de San Jorge pronuncian las palabras mágicas: "Avans Bequeteros, preparat el cabo i la esquadra". La emoción es indescriptible, el cabo da las postreras consignas de cuando y como debemos llevarnos el arma al hombro, nosotros escuchamos sus palabras con la mente flotando en un idílico Edén trasladado por unas horas a este valle rodeado de montañas. Por detrás empieza a sonar una marcha mora (el Kabila) que va subiendo las notas hasta alcanzar su punto álgido, momento en el que el cabo levanta su sable y dibuja formas sinuosas en el aire para contagiar a los espectadores de los sentimientos que le desbordan a él y a su escuadra. Poco a poco los pies se van desplazando al ritmo del Kabila, llevándose consigo el confeti y serpentinas de las escuadras que nos han precedido. Se produce el esperado encuentro con el publico que aplaude el buen hacer y el corazón que los festeros ponen para hacer grande la fiesta. Los ojos inevitablemente se llenan de lagrimas reprimidas, impropias de un guerrero moro dispuesto a afrontar la más dura de las batallas. La escuadra de Berberiscos sigue bajando, ya estamos por San Nicolauet, después San Nicolas y finalmente la plaza con el campanario al fondo. El corazón late más deprisa, los recuerdos se amontonan y el cuerpo flota. Se mezcla todo, el publico parece que vaya a caer de los balcones, las calles parecen un túnel rodeado de gente que te lleva al paraíso tantas veces prometido. La conciencia del espacio, tiempo y lugar ya no existe. La fiesta ha conseguido aquello que muy pocas cosas en la vida pueden hacerte sentir, ser feliz. Gracias.
MIGUEL VALOR CLIMENT